lunes, 17 de septiembre de 2012
El Alma de la mujer II
¿Cómo ha ido perdiendo la mujer esta identidad de centro, de núcleo? Por varias
circunstancias, algunas de carácter psicológico, otras de carácter religioso, y otras que
son suma de todo ello y de muchos otros factores. Psicológicamente, se ha hecho
excesivo hincapié en el aspecto negativo de lo femenino. Aspectos negativos los
tenemos tanto hombres como mujeres, pero se ha reafirmado que la mujer es pasiva,
poco creadora, posesiva: como no se mueve, quiere tener cosas sin moverse. La mujer
es manipuladora para conseguir todo lo que quiere. La mujer es demasiado sensible,
demasiado emotiva y voluble, y es variable... Con esta psiquis tan especial nunca se le
puede encargar un trabajo eficaz que se pueda llevar a buen término, porque quién sabe
si en mitad del trabajo no se arrepentirá y lo dejará todo.
Desde el punto de vista religioso –en su interpretación externa, y no esotérica–
se ha hecho de la mujer un símbolo del mal. Yo no sé cómo nos ingeniamos las damas
para conquistar ese lugar de pecadoras, de tentadoras... ¿Y todo eso partió de una
costilla? Hay que reconocer que con poca cosa hemos hecho mucho. Esto ha llegado a
pesar en la psiquis del hombre y de la Humanidad en general. La mujer, cuando es joven
y guapa, es codiciada, y al mismo tiempo se la rechaza, justamente porque se la codicia
a escondidas. El que sea joven y guapa, ¿es símbolo del mal y de la tentación?
Sin embargo, si está tranquila y encerrada en casa, y cuida de sus tareas y de sus
hijos, entonces es buena y tiene aceptación. Y si ya es una venerable anciana y no
molesta a nadie con sus encantos, también se la acepta y se le puede pedir un consejo.
Eso no es justo. La mujer es siempre la misma.
Todo esto ha hecho que la mujer, en parte, empezara a dudar de su propia
identidad. Encontrándose en inferioridad de condiciones, decidió salir a competir con el
hombre. Empezó una larga lucha, no ya por reconquistar sus propios valores, sino por
competir con el hombre en la sociedad. Y esta larga lucha, sobre todo en los dos últimos
siglos, lejos de devolver a la mujer su seguridad interior, la ha debilitado todavía más.
Muchas mujeres compiten con el hombre, pero necesitan del aval y de la
aprobación del hombre. Son triunfadoras que destacan en la sociedad, siempre y cuando
haya uno o varios hombres que las aprueben y que les den el visto bueno: «eres buena
porque has logrado introducirte en una sociedad de hombres”, “eres buena porque te
aceptamos, porque te dejamos trabajar junto a nosotros”, “eres buena porque reconocemos
que tienes responsabilidad, capacidad». Es una competencia dependiente, porque se
sigue necesitando de esa aceptación masculina. Es una competencia que le hace perder a
la mujer sus verdaderas características, porque tiene que luchar, trabajar, conquistar,
pelear como un hombre, no como una mujer. No lo hace como ella es, sino que intenta
hacerlo tal y como lo hace el hombre.
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Me encanta lo que has escrito. Creo que muchas veces se pierde la identidad propia, es verdad. He conocido a algunas mujeres que se han olvidado de ser ellas mismas. Yo he conocido bien el mundo de las Artes Marciales y he tenido que demostrar siempre mi valía, aunque por suerte, jamás me he convertido en una especie de hombre. Pero siempre me lo han puesto más difícil que a mis compañeros. Otras lo han resuelto siendo una parodia de un hombre, y eso es lo peor. Muchas veces, las mujeres pueden ser más machistas y esas son las que más daño hacen.
ResponderEliminarLa Mujer,esa Gran Desconocida..
ResponderEliminarUn gran abrazo........