Muchas de las mejores historias de la narrativa mundial las encontramos en los cuentos de
hadas, extendidos por todo el mundo con sorprendente uniformidad, ya sea sobreviviendo a través de
los tiempos, extendiéndose en el espacio de unos países a otros o surgiendo de forma espontánea en
la mente humana. Cada país tiene sus propias tradiciones en todo lo relacionado con lo sobrenatural:
con hadas buenas y malas, con gnomos benefactores o maléficos, con genios y poderes que
debidamente controlados realizan maravillas, pero, si no se controlan, pueden resultar peligrosos, con
brujas malignas y ogros amenazadores. Tanto estos protagonistas como sus opuestos han existido
siempre. Los cuentos más antiguos de que tenemos noticia tienen su origen en Oriente: se trata del
célebre Panchatantra (Los Cinco Libros) hindú, colección de fábulas escritas en sánscrito, cuya
fecha de origen se desconoce, pero se supone que llegaron a Grecia tras las conquistas de Alejandro
Magno. Los Cinco Libros se usaban como textos para la educación de los jóvenes aristócratas
hindúes. También se conocen las leyendas budistas Jataka, recopiladas hace aproximadamente 2000
años, y los cuentos persas de “peris” y “djinns”, aunque los primeros de todos aparecieron en el
antiguo Egipto aproximadamente 1400 años antes de Cristo.
La primera colección de cuentos en prosa que apareció en Europa es del período posrenacentista,
cuando Straparola publicó sus Notti Piacevolli en Venecia, en 1550. Se trataba de unos chistes,
acertijos y cuentos, entre los que se destacaban los cuentos de hadas. Tras esto, y casi un siglo
después, nos encontramos con los famosos Pentamerone (Entretenimiento para Cinco Días), escritos
por Giambattista Basile en su dialecto napolitano nativo y que está considerado como la mejor
colección de fábulas que se conserva. Basile pasó años recorriendo Italia, recopilando y atesorando
todo tipo de cuentos y, posteriormente, en 1637, publicó su obra en Nápoles, bajo el seudónimo de
Gian Alesia Abbatutis.
De estas colecciones primitivas, traducidas al francés entre 1560 y 1576, nacieron los famosos
cuentos de Charles Perrault, los Contes de Fées, que inmortalizaron los cuentos de hadas en Europa,
convirtiéndose en lo que posiblemente sea la colección de cuentos más popular. A éstos les siguió el
monumental trabajo de los hermanos Grimm en Alemania.
La obra de Perrault, que se escribió primero en versos de ínfima calidad y después se narraban o
escribían para entretenimiento de una corte decadente, trivializó muchos de los cuentos, dándoles un
enfoque satírico o burlón y añadiéndoles con frecuencia una moraleja ingenua e innecesaria. Sin
embargo, la presentación de los cuentos de hadas que hizo Perrault fue trascendental, porque
despertó el interés del público e inspiró a otros escritores, como Mme. d’Aulnoy, cuyas narraciones
populares publicadas en inglés durante su estancia en Londres despertaron el interés por los cuentos
de hadas en folkloristas y antropólogos, entre los que figuraba Andrew Lang, que posteriormente
publicó una edición con los Cuentos de Perrault, acompañada de un estudio sobre los orígenes de
estas narraciones.
Hoy día, los libros de cuentos de hadas se están editando continuamente, no como simples
historias para entretener a los niños, sino como tema de un serio estudio antropológico, psicológico y
metafísico. Que se han considerado siempre como algo importante y más profundo que una simple
diversión nos lo demuestran las prohibiciones que ha sufrido por todo el mundo su transmisión oral y
los efectos desastrosos que producía la trasgresión de los tabúes mágico-religiosos con que se los
relacionaba. Por ejemplo, en el norte de África se tenía la creencia de que contar estos cuentos en
horas diurnas era arriesgarse a que se cayese el pelo. En otros sitios, sólo se podían contar en época
de cosechas, pero, en la mayoría de los casos, el modo más seguro y tradicional era por la noche,
junto al hogar y con las puertas y ventanas cerradas.
La popularidad de los cuentos de hadas y la aceptación que han tenido en cualquier país del
mundo y a través de las culturas que se han ido sucediendo durante miles de años demuestran que
tienen mucho que enseñar, no sólo al niño, sino también al adulto, según sus diferentes niveles de
comprensión e interés. Pero, aunque son universales y milenarios, sus temas de inspiración son
relativamente pocos y tienen gran similitud entre sí en todo el mundo. Hay un número de argumentos
que son casi idénticos, en los que prácticamente coinciden los personajes básicos, que aparecen tanto
en el folklore tribal primitivo como en las culturas campesinas o en las cortes sofisticadas. En la
realidad, hay muy pocos cuentos de hadas que traten de hadas: la mayoría de ellos, como ha dicho
J.R.R. Tolkien, se refieren a “las aventuras de los hombres en un Reino Peligroso de límites
umbríos”. Indudablemente, estas aventuras tienen tanto que ver con el mundo natural como con el
sobrenatural. Los héroes, heroínas o villanos, los reyes o reinas, hermanos, hermanas o madrastras
actúan todos en el mundo natural y, aunque la mayoría de estos cuentos no traten de hadas, tanto
ellas como sus oponentes están siempre en el trasfondo, dispuestos para entrar en acción auxiliando o
molestando con medios sobrenaturales.
Los temas que se repiten con más frecuencia son los que hablan del descenso del alma al mundo,
sus experiencias en la vida, la iniciación y la búsqueda de la unidad y las pruebas y tribulaciones que
la acecharán en su viaje por la tierra. El tema más frecuente y tal vez más conocido es el del Paraíso
Perdido y Recuperado, cuyo ejemplo clásico es Cenicienta, y se encuentra en la mayoría de los
cuentos de hadas como una desgracia inicial que, con el tiempo, concluye en una solución feliz.
Entre los cuentos que se desarrollan en torno a un tabú, como hacer una pregunta prohibida o abrir
una puerta vedada, podemos tomar como ejemplo el de “Barba Azul” o el de “La Doncella Cisne”,
cuyo antecedente está en el mito de Amor y Psique. Los cuentos sobre tabúes se basan con
frecuencia en el poder de un nombre, mientras hay otros cuentos basados en el poder de una palabra,
como Rumplestiltskin y Tom Tit Tot, que no tienen nada que ver con el tabú, lo que nos demuestra la
facilidad con que un argumento puede transformarse en otro. El tema de Jasón y Medea, que se
repite por todo el mundo, lo encontramos en La Princesa de los Cabellos de Oro y los trabajos
imposibles que tiene que realizar el héroe se narran también en cuentos de cualquier país.
La colaboración de un animal agradecido o el pájaro que habla y puede ejercer poderes mágicos
también es un tema universal, que encontramos asociado de nuevo al mito del Paraíso. Algunas
veces, estos animales otorgan su ayuda sin que medie una compensación como agradecimiento:
utilizan sencillamente sus poderes mágicos en beneficio del héroe o la heroína, como cuando el Gato
con Botas eleva a su humilde amo al rango de marqués y rey después, o cuando los pájaros de
Cenicienta (u otros animales en algunas versiones) la alimentan primero y después influyen en forma
decisiva para que tenga lugar su boda con el príncipe. Otro tema típico es el de “Andocles y el
León”, que también encontramos en Grimm con el oso agradecido de Blanca Nieves y Rosa Roja, en
el cuento tibetano de Los Animales Agradecidos y el Hombre Ingrato y en el mundialmente famoso
cuento hindú Punchkin.
Un tema que goza de gran popularidad es el de la criatura que no tiene atractivo físico o hasta
resulta repulsiva, llamada a menudo Compañero Repugnante, y que es generalmente una persona que
sufre un maleficio, del que se libera para volver a su condición normal, bien sea por su valor, su
generosidad, el cumplimiento de una promesa o, simplemente, por amor. La Bella y la Bestia y El
Príncipe Encantado son ejemplos conocidos por todos y Riquet con el Copete, aunque menos
conocido, contiene todos los ingredientes típicos de esta clase de cuentos, con un intercambio de
beneficios entre héroe y heroína aún mayor: en vez de la transformación normal de la bestia o
monstruo, ella lo libera a él de su apariencia deforme y él a ella de un defecto de su carácter.
Uno de los temas que aparecen en todas partes con más frecuencia es el de los vuelos mágicos y la
capacidad de algunas doncellas y algunas aves, casi siempre cisnes, para cambiar de apariencia. A
veces la heroína está encantada bajo la apariencia de un pájaro, en otros casos, desciende de hadas.
En el cuento arquetípico ella se casa con un mortal que logra rescatarla y romper el hechizo
quitándole su manto de plumas, aunque casi siempre la pierde cuando ella consigue recuperarlo.
Entonces desaparece la doncella, marchándose a un reino encantado y, para volver a conquistarla, el
mortal tiene que pasar pruebas y realizar trabajos que a menudo son imposibles. Tal como se ha
dicho, el tema del tabú guarda una íntima relación con este ciclo, al que se añade también el Poder de
las Aguas. A este grupo pertenecen Los Cisnes Salvajes y Los Doce Hermanos de Grimm, así como
Los Siete Cuervos en el que los pájaros son hijos transformados en cuervos como consecuencia de
una maldición estúpida, de la que los libera después la hermana-heroína.
Estos temas, que, partiendo de los antiguos mitos, sagas y leyendas de todas las razas, han llegado
a los cuentos de hadas populares, contienen las características peculiares que son comunes a todos
ellos y atesoran la naturaleza arquetípica de esta herencia. Los patrones arquetípicos expresan de una
manera concreta las principales imágenes y símbolos, se producen en todo el mundo y constituyen un
recurso del hombre para entenderse a sí mismo y al mundo que lo rodea. A través de estos patrones
del mito, saga, leyenda y cuento de hadas discurre un significado cósmico, enraizado profundamente
con la naturaleza humana, que toca continuamente sus cuerdas sensibles y busca respuestas.
Solzhenitsyn, en su discurso de aceptación del Premio Nobel, dijo: “hay cosas que nos llevan más
allá del mundo de las palabras ... es como el espejito de los cuentos de hadas: se mira uno en él y lo
que se ve no es uno mismo. Por un instante, vislumbramos lo inaccesible ... por lo que clama el
alma”.
Su cualidad arquetípica y sus formas simbólicas hacen que los cuentos de hadas resulten de fácil
comprensión para distintas edades (en ambos sentidos de la palabra) y que culturas diferentes tiendan
puentes y modos de aproximación entre los diversos niveles del entendimiento, no sólo en el ámbito
cultural colectivo, sino en el individual humano, mostrando su lado iluminado y su lado oscuro, su
conflicto mental y emocional.
A veces es difícil distinguir el cuento de hadas de otro tipo de narración simbólica. Tenemos los
mitos, las sagas, la leyenda y el folkore, términos que con frecuencia se usan con descuido, sin una
precisión nítida, pero que en realidad tienen diferencias básicas. Sin embargo, todos ellos tiene la
característica común de poseer una naturaleza arquetípica.
El mito pertenece a la raza y se integra con ella, atesora parcelas de su historia, pero se refiere,
ante todo, a cosas del otro mundo –los dioses, los creadores, los seres divinos, los poderes
sobrenaturales y los héroes culturales: su intención es principalmente religiosa.
La saga, por el contrario, tiene sus raíces en lo histórico y lo aristocrático. Puede ser, y a menudo
lo es, trágica, mientras que el verdadero cuento de hadas debe tener un final feliz. Los Hermanos
Grimm marcaron la diferencia entre la saga, como algo “histórico” y el cuento de hadas, como algo
“poético” (Das Märchen ist poetischer, die Saga historischer). A la una se la considera cierta o, si no
del todo, por lo menos resulta creíble, el otro, que se desenvuelve en un mundo de fantasía, no es un
tema sujeto a credibilidad. La saga se basa en lo racional, el cuento de hadas, en lo irracional. La
saga, y las leyendas que de ella se derivan, tienen los pies puestos en la tierra. Lo sobrenatural, si
figura en ellas, tiene una consideración secundaria, mientras que en el cuento de hadas es lo primario.
En la saga y en la leyenda el hombre se enfrenta con la naturaleza y con su propio género, en el reino
de las hadas se encuentra con fuerzas sobrenaturales que son siempre una manifestación de algún
poder que está más allá del mundo normal y fuera del alcance de su control. Aún cuando esta fuerza
se manifiesta por medio de un acontecimiento completamente normal, lleva consigo siempre el poder
de lo mágico y de la transformación. Pero no es sólo lo sobrenatural lo que distingue al cuento de
hadas, sino la introducción de fuerzas ajenas al género humano pertenecientes a un reino que está por
encima o por debajo del suyo. Las hadas buenas están allí para ayudar a los afligidos que creen en
ellas y las invocan. Las hadas malas, las brujas y los ogros tratan siempre de crear problemas y
amenazan al héroe o la heroína. Todos emplean la magia.
Mientras el mito es intelectual y la saga o la leyenda son narraciones de acción, el cuento de hadas
es romántico y emotivo. Aunque procede del mito y la saga, presenta lo arquetípico de una forma
más personal, generalmente aceptable. El mito y la saga pertenecen a la nación y son raciales y
culturales, mientras el cuento de hadas se refiere generalmente a una persona, a menudo sin nombre,
que representa alguna cualidad con la que puede identificarse el individuo, y nos relata también
acontecimientos que están dentro de la experiencia y de lo que puede comprender la gente corriente.
En ellos hay reyes y reinas, príncipes y princesas, leñadores, soldados, campesinos, pero a pocos se
les da un nombre personal, pues, aunque se les llame Blancanieves o La Bella Durmiente del Bosque,
se trata siempre de algo que los tipifica sin personalizar.
Los cuentos de hadas difieren también del mito y la saga en que en ellos no hay ningún elemento
histórico, se desenvuelven en un mundo de magia y fantasía exento de las limitaciones temporales,
característica que se encuentra íntimamente asociada con su naturaleza esencialmente sobrenatural y
con los poderes de transformación que describen. Los humanos, los animales, los pájaros, los peces y
los insectos, todos tienen por igual la capacidad de transformación, pueden cambiar su apariencia
exterior sin perder su auténtica identidad individual. Incluso el sol, la luna, las estrellas, las aguas y
los árboles pueden estar dotados de una vida sobrenatural. Por otro lado, las personas y las cosas
pueden volverse inanimados y convertirse en piedra por un sinfín de años para recuperar luego su
apariencia normal y reanudar su vida, sin haber envejecido, cuando se rompe el hechizo. Tampoco
existe la muerte definitiva en el verdadero cuento de hadas. El héroe puede morir en la leyenda y en
la saga, pero, si se le da muerte en el cuento de hadas, se le puede devolver la vida por métodos
sobrenaturales.
Todas estas condiciones están de acuerdo con la característica esencial del cuento de hadas: la
necesidad de un final feliz. Las pocas excepciones a esta regla, se dan en cuentos que, aunque tienen
un elemento ligeramente sobrenatural, son de una naturaleza más afín a los cuentos infantiles, con
moralejas que contienen advertencias contra la codicia, la envidia o el orgullo, tales como Los Tres
Golpes y El Pescador y su Esposa. En este último, la dama, no contenta con su riqueza, palacios y
poder, finalmente quería ser Dios y, por lo tanto, se le hizo regresar rápidamente a su choza y
pobreza anterior. Perrault, en su Caperucita Roja, también ignora la regla del final feliz, pero esto
sucede porque nuevamente nos encontramos con que está contando un cuento folklórico, con
moraleja, en lugar de un cuento de hadas, a la heroína muerta no se le devuelve la vida y, a diferencia
de las versiones tradicionales, no se encuentra en él ningún elemento sobrenatural. En todos los
cuentos de hadas verdaderos el espíritu del optimismo y el triunfe corre por ellos como un hilo
dorado. Desde el principio se sabe que triunfará la buena voluntad y que, aunque haya fuerzas
peligrosas o amenazadoras a las que enfrentarse o evitar, existen otros poderes cuya ayuda se puede
invocar y que nunca se niega esta ayuda a los que confían en ellos y cumplen con sus condiciones. El
héroe y la heroína terminarán por encontrarse, se casarán y vivirán felices por siempre jamás.
Esta nostalgia de unificación final, simbolizada por el Andrógino, es la nostalgia del Paraíso, la
Edad de Oro, un lugar y un tiempo en el que los hombres y los dioses podían encontrarse y
comunicarse con toda naturalidad, cuando no había separación entre los dioses y los hombres ni entre
el hombre y los animales, así como entre cualesquiera de las manifestaciones vitales de toda la
creación. Tampoco había separación entre lo sagrado y lo profano, tal como sucede en los cuentos de
hadas, donde coexiste lo natural y lo sobrenatural. En el mito y en la religión, que tratan de un
mundo ideal en íntimo contacto con lo divino, el alma busca el Reino Divino, en la leyenda y el
cuento de hadas esta unión se manifiesta mediante el matrimonio feliz del héroe y la heroína. Los
poderes paradisíacos de la intercomunicación se hacen evidentes en los numerosos casos de animales
y pájaros que pueden hablar para guiar y ayudar a los humanos, tal como lo demuestran los clásicos
cuentos sobre Cenicienta en sus diferentes versiones, con sus animales que colaboran y sus pájaros
que informan para poder alcanzar un final feliz.
Este estado paradisíaco, donde se encontraban los alimentos sin necesidad de trabajar, se refleja
también en cuentos como La Mesa de los Deseos, en el que el héroe dispone de una mesa que,
cuando él lo necesita, extiende por sí misma un mantel limpio con vajilla, buena comida y buen vino.
El País de las Hadas
Ilustración de Gustavo Doré para Don Quijote, de Cervantes
Como se producen luchas contra los poderes adversos, el cuento de hadas también presenta
circunstancias en las que las personas se ven obligadas a enfrentarse a situaciones que las trasladan
de su mundo persona al universal para encontrarse en lo espiritual, proyectan a los protagonistas al
reino de lo sobrenatural, donde los acontecimientos y las posibilidades deben juzgarse siguiendo
normas espirituales y éticas. Una de las funciones importantes del cuento de hadas es hacer que el
niño se identifique y se vea inmerso en experiencias y situaciones arquetípicas, tales como la
diferencia entre lo bueno y lo malo, el valor y la cobardía y el enfrentamiento entre nuestro ingenio y
las fuerzas superiores. Esta identificación y participación ayuda a superar los sentimientos de
aislamiento y soledad a que el ser humano es tan proclive y, al lograrlo, hace que la persona se sienta
parte de una totalidad mayor, mientras que el final feliz del cuento da la agradable sensación de ser la
parte triunfal de todo el conjunto. Como dice Mircea Eliade, gran autoridad en mitología y religión:
“Todos los hombres quieren atravesar experiencias peligrosas y enfrentarse a pruebas excepcionales
que les sugieran su camino al otro mundo. Todas estas experiencias pueden tenerlas en su mundo
imaginativo oyendo o leyendo cuentos de hadas”.
Otro elemento importante en los cuentos de hadas son las influencias orientales, introducidas a
través de la Alquimia, que llegó a Europa desde el Este y vino a España en la Edad Media con la
cultura árabe, dejando su huella no sólo en los ambientes cultos, sino también en los cuentos
populares. Esta influencia le dio a los cuentos de hadas los símbolos de oro y plata, sol y luna, rey y
reina y el concepto de la transmutación del metal básico en plata u oro, que representa el viaje
interior para encontrar la identidad propia y alcanzar la unidad última en el Andrógino. Los cuentos
hindúes, traducidos del Panchatantra, también tienen en cuenta las doctrinas orientales del fatalismo
y los designios inexorables del karma: las hadas profetizan y los animales anuncian acontecimientos
que no pueden evitarse. Se sabe desde el comienzo que los acontecimientos seguirán su curso, con lo
que nos encontramos de nuevo con la lucha entre lo bueno y lo malo, aunque también se sabe de
antemano que finalmente triunfará lo bueno.
La fascinación que ejerce el cuento de hadas en todas las edades radica en que revela nuestra
propia naturaleza interior, con infinitas posibilidades espirituales, psíquicas y morales. Es la
búsqueda del significado de la vida. El argumento gira en torno al héroe, o la bella afligida, que se
enfrentan a poderes titánicos. Los sufrimientos, pruebas y tribulaciones son imprescindibles para la
realización de la trama, la evolución de los individuos involucrados y la unificación final.
1. CENICIENTA
Había una vez un caballero que se casó dos veces. Tenía de su primera esposa una bella hija. A
joven, que se llamaba Ella, era dulce y gentil, muy parecida a su difunta madre ...” Así comienza
Edmund Dulac una versión francesa del cuento de hadas más extendido por todo el mundo. En el
siglo pasado, Marion Cox coleccionó 345 versiones de tema de Cenicienta y, desde entonces, han
salido a la luz muchas más. Se encuentran versiones muy primitivas en los cuentos orientales y
Agrícola (40-93) se preguntaba: “¿Queda todavía en alguna parte una Cenicienta en la que nadie
haya pensado?”. El cuento se sigue contando aún y todos los años aparece alguna versión alterada en
forma de pantomima.
El Hogar
Al principio, Cenicienta era la joven Ella, que vivía en un hermoso ambiente lleno de armonía y
felicidad, con sus padres, hasta que su madre murió y su padre volvió a casarse e introdujo a la cruel
madrastra. Este cuento nos muestra todo el simbolismo del Paraíso Perdido, el descenso del alma al
mundo del sufrimiento, la fatiga y las penas, al mismo tiempo que la relegación al humilde hogar
representa el simbolismo de las cenizas de los muertos, de la humillación y la pena. Por esto, el
nombre alemán del cuento Aschenputtel (Tonta de las Cenizas) está más de acuerdo con su
significado simbólico. Sentarse en las cenizas era una costumbre antigua de los desgraciados, como
vemos que hace Odiseo al sentarse humildemente sobre las cenizas para hablar a Alkinos, hasta que
fue invitado a ocupar un sitio más elevado. Las cenizas simbolizan también la transitoriedad de la
vida humana. Pero el puesto de Cenicienta junto al hogar es muy significativo desde otro punto de
vista. Sentarse junto al hogar es ocupar una posición central espiritual interior. El hogar ha sido
siempre un ónfalos, un centro sagrado, el lugar de la transmutación del espíritu por el fuego, es el
mundo interior de la experiencia del alma. Es un lugar de comunicación con los muertos,
considerando que la losa del hogar cierra la entrada al submundo, es también un sitio donde uno
puede resguardarse de los espíritus que merodean fuera por la noche. En los ritos celtas, el culto a los
muertos se centraba en el hogar. En Escocia, el hogar tenía tanta significación como centro de la
vivienda que no podía retirarse ninguno de los moradores antes de que se hubiese extinguido el
fuego. En el norte de Inglaterra, al trasladarse a un nuevo domicilio, era frecuente llevarse la losa del
hogar con el fuego ardiendo sobre ella.
El hogar es también un lugar de dominio femenino, de donde proceden el calor, los alimentos y la
comodidad. En él se dejaban los alimentos durante las festividades de los muertos y, en los cuentos
de hadas, los duendes morenos, bondadosos, también frecuentan el hogar donde se les deja comida
en señal de gratitud por las tareas domésticas que han realizado.
Su posición junto al hogar, como encargada del fuego, asocia a Cenicienta con las vírgenes
vestales y con Hestia, diosa del Hogar, así como con el Lar romano, el espíritu de la casa cuyo altar
era el hogar. Los muertos se enterraban debajo del hogar por ser ésta la entrada al otro mundo.
Teniendo en cuenta los muchos disfraces que aparecen en las distintas versiones de Cenicienta, es
significativo que a Lar se le presente muchas veces bajo apariencia de perro. Cuidando el fuego,
Cenicienta es el Espíritu, el Alma, la Hermosa, mientras que sus dos hermanas representan el cuerpo
y la mente. Las tres hermanas juntas representan los tres estados de la evolución del entendimiento
del hombre, desde la respuesta puramente corporal y sensual hasta los poderes mentales y el alma –la
toma de consciencia individual, la integración y la ilustración.
Las Hermanas Feas y la Madrastra
A las hermanastras, a menudo llamadas las Hermanas Feas, no siempre se las representa como
feas desde el punto de vista físico. En algunas versiones tienen una apariencia bella y su fealdad es
interior: mental y moral. En la versión alemana son “bellas de rostro, pero malas de corazón” y
representan los poderes oscuros y malignos latentes en la falta de bondad y que se manifiestan como
crueldad, avaricia, envidia, vanidad y estupidez total. La madrastra es el principio oscuro y
destructivo del espíritu femenino, representado también por la bruja o hada mala. Las madrastras,
como la de Cenicienta y Blancanieves, simbolizan también la pérdida del Paraíso y las duras
realidades del mundo de los fenómenos, en el que uno se enfrenta con el lado oscuro de la Gran
Madre.
En algunas versiones juega un papel vital la madre muerta de Cenicienta. Ella brinda a su hija
ayudas mágicas o se le aparece como una blanca paloma, símbolo del alma y del amor femenino. A
veces vive en un árbol mágico que crece sobre su tumba. En otras versiones ayuda a través de algún
animal o pájaro o realmente toma la apariencia de una criatura que ayuda a la protagonista –la
mayoría de las veces una vaca, símbolo de la Gran Madre en su aspecto protector y alimenticio, o
como la Ternerilla Roja, lo que también es significativo dado que la vaca, que en el simbolismo celta
habita en el otro mundo, se representa de color rojo. La importancia de la vaca en la India, donde
aparece como colaboradora en una de las versiones de Cenicienta, y en Egipto (como Hator), es
suficientemente conocida y no necesita comentarios. Pocas veces aparece la madre como hada.
Otras versiones muestran vestigios de la primitiva costumbre del canibalismo. La madre ama y
favorece a la hija más pequeña y las hermanas mayores matan a la madre y se la comen, mientras que
sus huesos, que tienen poderes mágicos, son recogidos y guardados por Cenicienta. Pero en otras
versiones en las que no existe un segundo matrimonio, es la propia madre de Cenicienta quien
persigue a la heroína. Cenicienta es la más joven de las tres hijas y sus dos hermanas mayores están
aliadas con la madre cruel porque las tres sienten celos de la belleza y bondad de Cenicienta. Aquí es
la madre quien representa el aspecto oscuro y destructivo y estas versiones recuerdan el mito de
Adán y Lilite y el de Lamis, la reina-demonio que sedujo a Zeus, por lo que la celosa Hera la
convirtió en una criatura que sólo podía dar a luz hijos muertos, y por eso Lamis odiaba a todas las
mujeres embarazadas y devoraba a los niños.
Cenicienta y sus dos hermanas,
Por Henry Richter, Londres, 1799. (Mary Evans Picture Library)
Encontramos también una conexión con las Sirenas y las Harpías y a menudo se la representa con
cola de pez, adjudicándole el simbolismo del pez como alguien que “traga” la muerte. Este tema no
se encuentra sólo asociado con la madre asesina de Cenicienta sino en otros cuentos como Hansel y
Gretel y algunas versiones de La Bella Durmiente, que continúan después del casamiento del
Príncipe con la Princesa y hacen que entre en juego una suegra asesina, que es el aspecto oscuro y
que persigue a la heroína después de su matrimonio con el Príncipe. En algunos casos, desfigura a
Cenicienta, o trata de que la asesinen o, como Dánae, hace que la dejen a la deriva en el mar. Hay
versiones en que Cenicienta es asesinada, pero en todos los casos la heroína es rescatada o recupera
la vida milagrosamente para vivir por siempre feliz.
El Árbol Mágico y los Colaboradores de Cenicienta
En muchas versiones de Cenicienta hay una gran variedad de poderes sobrenaturales a los que ella
puede recurrir en busca de ayuda. Una ramita plantada en la tumba de su madre se convierte en un
árbol mágico, que satisface todas sus necesidades, o es el lugar donde habita el alma, que toma la
forma de una paloma o un pájaro blanco. La versión de la ramita tiene afinidades con la Bella y la
Bestia, donde el padre sale de viaje y pregunta a sus hijas que quieren que les traiga a su vuelta. Las
dos hijas mayores, de acuerdo con su forma de ser, piden cosas complicadas o valiosas, mientras que
Cenicienta humildemente dice que le gustaría una ramita del primer árbol que roce su sombrero. La
ramita, plantada en la tumba de su madre, crece a una velocidad milagrosa, regada todos los días por
sus lÁgrimas. El árbol, que simboliza el Árbol de la Vida, varía de un país al a otro: en la versión
oriental es una palmera, en China, un melocotonero, en los países celtas es el avellano sagrado, el
árbol de la sabiduría, la inspiración, la adivinación sobrenatural. El avellano también aparece en una
versión alemana, donde la paloma-alma dice a Cenicienta:
“Mi queridísima niña, Oh, pídeme,
Cualquier cosa que quieras, te la daré”.
Y Cenicienta contesta:
“Tiembla y agítate, querido arbolito,
Suelta sobre mí hermosos vestiditos”.
Y así como el árbol le entrega las mágicas vestimentas para transformarse y poder asistir al baile.
Más tarde, en este cuento, un pájaro lleva a cabo la terrible venganza contra las crueles hermanastras,
y les saca los ojos a picotazos. Este es un motivo de Némesis, que se repite con frecuencia en el ciclo
de Cenicienta. El árbol aparece en un sinfín de variedades, tales como granado, abedul, sauce, roble,
enebro y abeto. En los cuentos con connotaciones celtas aparece con más frecuencia el manzano, que
es la Gran Rama Mágica del submundo celta. También aparece en una versión francesa:
“Manzanito dorado,
“Te he regado con mi cantarillo de oro,
“Con mi azadilla de oro he cavado tu hoyo,
Te ruego que me entregues tus hermosos ropajes
“Y te lleves mis feos andrajos”.
El árbol mágico puede surgir también de los restos enterrados del animal colaborador, asesinado por
la madrastra, o de tres gotas de sangre. Se convierte después en un árbol del tesoro o en un árbol que
cumple los deseos, como el Árbol de la Vida en el Paraíso oriental, que ofrece vestidos, tesoros,
alimentos, vino y frutas a la criatura perseguida. Algunas veces, una anciana con poderes mágicos,
un enano o un hada salen del árbol para entregar los obsequios.
El árbol, que simboliza el refugio, el aspecto protector del principio femenino, brinda a menudo
también un auténtico santuario a Cenicienta. Este tema es muy conocido en el mito: los héroes a
menudo nacen de un árbol, como Adonis de un arrayán. Osiris estaba encerrado en un árbol y el
sicomoro egipcio, el Árbol de la Vida, tiene brazos divinos, cargados de regalos. A Hator se le puede
representar como un árbol que alimenta y el pino de Attis y el abeto de Woden, adoptados ahora
como Árbol de Navidad, daban regalos y luces, simbolizando estas últimas el firmamento o las almas
de los muertos. Había una antigua creencia según la cual las almas podían pasar a un árbol después
de la muerte o, en los casos de almas separables, se podían guardar en un árbol toda la vida,
quedando entonces la vida de la persona ligada a la del árbol, como en el cuento egipcio de Los Dos
Hermanos. La creencia de que los espíritus de los muertos podían vivir en los árboles fue la razón
por la cual existía la prohibición de cortarlos o podarlos en el patio de una iglesia.
En las versiones de Cenicienta de origen campesino, el animal muerto, de cuyos huesos o entrañas
nace un árbol mágico, es generalmente un animal doméstico, una cabra, en la India, una oveja, en
Escocia, una ternera roja, en Inglaterra y Dinamarca. En el último caso, hay quien ve asociaciones
con la Novilla Roja sacrificada en el Monte de los Olivos (Números 14-3). En la región,
eminentemente ganadera, de Dalmacia, hay difundidas historias de Cenicienta en que la madre se
transforma hasta realmente en una novilla que actúa como guía y mentora hasta que es asesinada.
Entonces se recogen sus huesos y toman poderes mágicos. En la mayoría de las versiones, el animal
o pájaro colaborador ocupa el puesto del hada madrina, popularizada posteriormente por Perrault y la
pantomima. La variedad de animales no tiene fin: vacas, perros, gatos, ovejas, cerdos, cabras,
potrillos, un toro azul, un oso blanco, lobos, armiños e incluso peces, anguilas, ratones y ranas.
Algunas veces, el árbol que nace de los huesos del animal tiene una cualidad mágica adicional,
puesto que da frutos que sólo Cenicienta puede arrancar, en cuyo caso el fruto reemplaza al zapato, al
anillo o a cualquier otro artículo reconocible. El héroe sólo se casará con la doncella que pueda
arrancar la fruta, que está fuera del alcance de las demás.
Los árboles que pueden hablar y dar mensajes proféticos, similares a los de los oráculos, aparecen
con frecuencia en los cuentos de hadas y folklóricos. Este tema está muy extendido desde América
del Norte a Babilonia y desde la India a Escandinavia. Los zulúes tienen tigres parlantes y los kafires
los tienen que, además de hablar, ríen. La historia de Jotham en el Libro de los Jueces nos habla de
árboles que conversan entre sí cuando se reúnen para elegir un rey y, en los tiempos modernos,
Browning habla de las conversaciones entre árboles cuando dice en Paracelso: “Los pinos que están
juntos conversan entre sí, tienen pensamientos profundos”.
Los trabajos de cenicienta
Para que Cenicienta se quede sentada junto al hogar, recibe un trato duro y se le encomiendan
tareas difíciles o imposibles. Son muchas las variedades de trabajos serviles y Cenicienta se convierte
en porquera y cuida las aves, las vacas o limpia el establo. Las tareas que se le encomiendan son
también muy variadas, recoger granos de arroz arrojados a las cenizas (los pájaros y las hormigas
vienen en su ayuda), preparar un gran caldero de sopa utilizando sólo un dedal de agua o hacer pan
para toda la familia con un solo grano de trigo (aparecen los animales colaboradores), hilar
cantidades imposibles (una anciana, una vaca o la madre muerta vienen en su ayuda). Otros trabajos
imposibles son retirar guisantes de agua hirviendo, quitar la vaina a sacos de judías o la cáscara al
mijo o al arroz, recoger avena de un montón de polvo o semilla de amapola de entre las cenizas. La
ayuda que le prestan las hormigas en muchos de estos casos nos recuerda el mito de Amor y Psique,
mientras que la recolección de semillas, símbolo de fertilidad, poder y virilidad masculina, se
remonta a los primitivos ritos matrimoniales y funerarios: en los primeros se esparcían semillas que
debía recoger el marido y en los últimos se arrojaban detrás del féretro para distraer al fantasma y
evitar que encontrase su camino de regreso a este mundo.
Se encuentran vestigios del rito de la fertilidad en la costumbre de arrojar arroz y granos,
sustituidos ahora por confeti, sobre una pareja recién casada.
En algunas variantes, se le encomiendan estas tareas a Cenicienta con el simple propósito de
mantenerla en un estado de servidumbre e infelicidad: se le imponen estos trabajos, entre otras
finalidades, para evitar que vaya al baile. En cualquier caso, simbolizan las pruebas y tribulaciones
del alma en el mundo de las revelaciones y son similares a las tareas y dificultades que debe afrontar
el héroe o la heroína de otros muchos mitos, sagas, leyendas o cuentos de hadas y se aceptan, al
mismo tiempo, como inevitables y necesarias. Tras las pruebas y tribulaciones experimentadas en el
mundo, empieza el viaje de regreso al Paraíso. Cenicienta (Aschenputtel en la versión alemana), al
terminar sus tareas, sigue siendo motivo de burla y desprecio por parte de su madrastra y
hermanastras, que la utilizan como sirvienta para que les ayude a vestirse para el baile. Cuando se
queda desconsolada y escarnecida, acuden en su ayuda los poderes sobrenaturales. Entonces aparece
el espíritu de su madre, una anciana, una comadre o cualquier animal o pájaro colaborador o, con
menos frecuencia, el hada madrina y la visten para el baile, la fiesta o ceremonia religiosa. Bajo la
influencia cristiana, en muchas variantes es la iglesia el lugar donde se reúne con el Príncipe:
Cenicienta entra radiante en la iglesia cuando ya están congregados todos los fieles y el Príncipe la
ve allí.
La Transformación y el Baile
Con el fin de que Cenicienta tenga los medios necesarios para llegar a esta reunión, los ratones y
las lagartijas se transforman en caballos. Ambos animales habitan en lugares oscuros y, por lo tanto,
están en contacto con los poderes sobrenaturales asociados con el hogar, ambos son sagrados para
Apolo Smiteus, Señor de los Ratones, y se transforman ahora en los caballos blancos o dorados de
Apolo.
Los ratones pueden representar las almas de los muertos y pueden ser engendros de brujas, son
sagrados también para Rudra, el antiguo dios védico relacionado también con Smiteus. La versión
Perrault–pantomima hace que una calabaza se convierta en carroza, pero las demás variantes nos
presentan métodos para llevarla al baile que aumentan progresivamente en esplendor: en principio a
pie, o sobre un palafrén seguido de pajes, después en un carruaje tirado por seis caballos y
acompañada de lacayos y pajes y, finalmente, con un esplendor aún mayor. La calabaza aparece en
otras dos versiones, una sueca en la que la calabaza se transforma en carroza, las ratas en caballos y
las orugas en lacayos, para servir a “Askungen”, la pobre muchacha de las cenizas, y una variante
italiana en la que la cáscara de la calabaza, cortada en tiras, se utiliza como disfraz para Cenicienta (a
quien se denomina Zuccaccia, ‘calabaza fea’), cuando escapa de su padre incestuoso. La calabaza
representa el simbolismo del reloj de arena y también los mundos superiores e inferiores, siendo su
color dorado el color solar, el carro del sol, que simboliza el poder divino y la ilustración. Este
simbolismo tiene su paralelo en la historia de las tres plumas, en la que el hijo menor tiene una
carroza que ha conseguido transformando una zanahoria amarilla y convierte a los ratones en
caballos.
Los “harapos” de Cenicienta toman muchas formas. En algunas versiones aparece vistiendo
solamente harapos, en otras, estos u otros disfracen sirven para esconder vestidos maravillosos. Estos
disfraces, sean harapos, pieles de animales, juncos o cualquier otra cosa, son, como el velo, un
símbolo de la separación –tanto de la separación física de su verdadera condición de vida como una
separación espiritual del Paraíso. La princesa verdadera o la heroína surge después de quitarse el
disfraz. La acción de quitarse el disfraz o el velo es también un símbolo de transformación, el velo,
que ha ocultado algo, revela ahora la naturaleza verdadera y los vestidos de baile o el traje de novia
descubren progresivamente los poderes hasta ahora ocultos del ama e indican su camino de regreso al
Paraíso. Cenicienta, como el príncipe en el Himno del Mando de la Gloria gnóstico, se desprende de
sus ropas contaminadas por la suciedad terrena, tal como lo hace el Hijo Pródigo en el Nuevo
Testamento, alegoría del Paraíso perdido y recuperado, y se pone el Manto de la Gloria, la Luz de los
Cielos.
Hay muchas variedades de vestidos en los cuentos, todos ellos mágicos y cada uno de ellos tiene
un alto simbolismo, no sólo representando los mantos de la gloria, sino indicando también favor y
protección sobrenaturales. Los vestidos, al ser tres y de creciente esplendor, corresponden con
exactitud al uso ritual. La vestimenta es una parte importantísima de cualquier ceremonial o rito
religioso. Los tres vestidos varían muchísimo en los diferentes países: son vestidos negros, blancos y
dorados, a juego con caballos de los mismos colores simbólicos, también hay vestidos con estrellas,
luna y sol, seda decorada con pájaros, plata con todos los peces del mar y oro con el sol, la luna y las
estrellas, luna, estrellas y campanillas, perlas, diamantes y joyas y, en algunos casos, el vestido está
confeccionado con “todas las flores del mundo”, siendo las flores y los frutos los símbolos de la
plenitud material y espiritual. En la versión china el vestido está hecho por completo con plumas de
martín pescador. Los vestidos con las estrellas del cielo, el sol y la luna, los pájaros y los peces
corresponden al antiguo vestido cósmico de Mesopotamia, el kosmokrator. En el traje de boda de
Chtonia, la Tierra y el Océano aparecen como figuras bordadas en el vestido, de modo que, como
dice W.W. Jaeger, Ella supera a todos éstos –auténtico abismo que los mantiene a todos. El
simbolismo de los tres mantos de gloria se encuentra también en las variantes en que Cenicienta,
marchando por el bosque, arranca hojas de árboles de bronce, plata y oro, o plata, oro y diamantes,
transformándose después cada hoja en un manto. Se ha sugerido, nuevamente, que esto simboliza el
triple cielo nocturno, con las estrellas de plata, la luna de oro y el radiante sol naciente, o los cambios
estacionales de otoño, invierno y primavera, mientras que H. C. Coote encuentra en ellos las tres etapas de la aurora.
Las tres salidas al baile, al festival o a la iglesia corresponden a las tres etapas de la iniciación.
Aquí Cenicienta, el alma, lo femenino, el yin, se encuentra ahora con el espíritu, lo masculino, el
yang, cada uno reconoce inmediatamente al otro como su complemento y su realización. Pero en los
ritos y festivales, el caos sobreviene en horas decisivas, tales como el atardecer, la medianoche, el
amanecer o el mediodía. Cualquier hora o punto límite es un sitio por el que pueden entrar al mundo
los poderes sobrenaturales, o constituyen un medio para acceder al mismo mundo sobrenatural y son,
por lo tanto, peligrosos. Es un punto en el que se encuentran lo natural y lo sobrenatural, de modo
que Cenicienta debe marcharse antes de medianoche, al igual que las hadas deben hacerlo antes del
amanecer. En los reinos psíquico y espiritual, los guardianes de las fronteras evitan que el iniciado
vaya demasiado rápido y en Cenicienta esto está representando por la orden de regresar
temporalmente al reino terrenal desde el celestial, pero ella deja tras de sí algo de la gloria que ha
conseguido. En el ciclo Cenicienta-Aschenputtel parece que hay tres formas principales de perder el
zapato o zapatilla que sirve como medio de identificación: o lo pierde al escapar y lo encuentran en
el suelo, o cae al agua, o un pájaro se aleja volando con él, incorporando de este modo, como es el
caso en muchas de las variantes, los elementos de tierra, agua y aire.
La Zapatilla de Cristal
Se ha discutido mucho sobre la zapatilla de cristal. Aparece en la versión de Perrault y se ha
pensado en que él haya podido confundir los homónimos franceses verre, vidrio, y vair, piel. W. R.
S. Ralston dice: “El uso de la palabra verre, pantoufles de verre, por parte de Perrault, ha tenido dos
explicaciones. Algunos críticos piensan que el material en cuestión era tissue en verre, que estaba de
moda en la época de Perrault, pero la idea más aceptada es que se trataba de un tipo de piel llamada
menu – vair, una palabra actualmente en desuso en Francia excepto en la heráldica, pero conservada
en Inglaterra para designar la comadreja, y que algún narrador o copista, que desconocía el
significado de vair, los sustituyó por el más familiar, aunque menos lógico, de verre”.
Sin embargo, en otras versiones que tienen su origen en Inglaterra, Escocia, Irlanda, Cataluña y
Chile, se habla de zapatos de vidrio o cristal. Las versiones danesa y veneciana hablan de un zapato
de diamante. En el Báltico, los enanos calzan zapatos de cristal solamente para bailar. Se llegaba a
sus viviendas subterráneas deteniéndose en la colina sobre un punto de cristal y todo el palacio
subterráneo era de este mismo material. Un cuento irlandés habla de un héroe que rescata a una
princesa de una serpiente marina que todos los años devoraba a una de las hijas del rey. El héroe
calzaba zapatos de cristal azul y la princesa le cogió uno mientras él se alejaba a caballo. No sirve a
ningún hombre y se casan el héroe y la princesa. André Lefvre, al escribir sobre Perrault, mantiene la
idea de que la zapatilla de cristal pertenece a la mitología de la luz, teoría que se puede aplicar
también a las versiones en que las zapatillas son de oro, diamante o satén.
El vidrio, y el cristal en la antigüedad, juega un papel muy importante en los cuentos de hadas y se
mencionan numerosos ejemplos de montañas de cristal, praderas brillantes, lagos, árboles, ciudades,
palacios, barcos, zapatos y, por supuesto, el bien conocido ataúd de cristal de Blancanieves y el
cuento de Grimm El Ataúd de Cristal. La morada de los dioses artut-celtas es la fortaleza de Vidrio.
En algunas versiones, los muros fantasmales del Castillo del Cáliz eran de cristal y se dice que
Merlín se retiró al mar a una casa de vidrio, en la que aún habita. En los mitos eslavos y
escandinavos, los muertos podían trepar al cielo por una montaña de cristal y según una antigua
creencia muy extendida, los muertos tenían que ascender por una montaña de hierro o vidrio para
alcanzar el otro mundo. Los cielos de Aristóteles eran de cristal. Las montañas de vidrio aparecen
también en muchos cuentos como una dificultad, y uno austríaco nos habla de un héroe que, teniendo
que trepar por una montaña de vidrio imposible de escalar, recibió ayuda de un oso agradecido, que
le entrega un pelo que lo convierte en oso para que pueda clavar sus garras en la montaña. Los mitos,
sagas y cuentos irlandeses están repletos de simbolismos, que hacen referencia al vidrio, y el poder
supremo de Erin se asienta sobre un tronco de cristal en el otro mundo.
En las sagas hay un puente de vidrio que despide a los que tratan de cruzarlo, en un cuento el
héroe tiene que subir a un árbol de vidrio de novecientos pies de alto y Connla, hijo de Conn, rey de
Irlanda, fue llevado por hadas en un bote de vidrio por encima de las aguas. En el folklore alemán
hay castillos de vidrio, en las leyendas chinas hay un palacio subacuático donde vive el Rey-Dragón,
y el Hada-Luna también habita en un palacio de cristal, en los cuentos de Oceanía también se habla
de pilares de cristal.
El cristal tiene poderes mágicos y al vidrio se le atribuyen las mismas cualidades. En la Alquimia
el cristal y el vidrio se consideraban como un símbolo de la perfección espiritual. El cristal y el vidrio
son la autoluminosidad, la visión interior perfecta y la pureza. La propiedad aislante del vidrio hace
que simbolice el cambio de un estado a otro.
La zapatilla o el zapato tienen un simbolismo equivalente, representan tanto la libertad como el ser
poseído. Los esclavos marchaban descalzos, de tal modo que los zapatos simbolizaban la libertad, los
niños corrían descalzos hasta alcanzar la edad adulta y su liberación de la autoridad paterna estaba
marcada por el uso de los zapatos (en algunas tribus indígenas de América los zapatos se usaban por
primera vez en la iniciación). Pero el zapato es también un símbolo de control, puesto que su
posesión da poder sobre la persona: el zapato de la novia le da al novio la posesión de ésta, por lo
que, una vez que el Príncipe hubo conseguido la zapatilla, era inevitable que encontrara a Cenicienta,
elevándola de un plano inferior a otro superior. El zapato indica también el status o la posición social
en la vida (zuecos, botas altas, zapatillas de terciopelo) y ponerse los zapatos de otro es asumir su
puesto. Tenemos un ejemplo literario de esto en un cuento tibetano de un rey que tiene cinco hijos,
pero que considera que el menor es el más adecuado para sucederlo. Temeroso del efecto que pueda
tener el dar de lado a los hijos mayores, decreta que a su muerte la sucesión recaiga sobre el hijo que
pueda calzar sus zapatos enjoyados y pasar otras pruebas, sólo el hijo menor puede hacerlo.
Los zapatos sirven también para que los pies de las personas sagradas no toquen el suelo y
quitarse los zapatos al entrar a los sitios sagrados significa dejar fuera las condiciones terrenales. En
algunos casos el zapato se usa como símbolo de aceptación o rechazo, devolver el zapato es llamar a
la persona, arrojarlo significa el exilio. Tenía un gran significado en la investidura ritual y como
prenda de posesión. En el Antiguo Testamento, este derecho de posesión se manifiesta de forma
concreta en Rut 4: 7-8: “En el antiguo Israel esto era un signo de compromiso, con el que se podía
confirmar todo. Si un hombre se quitaba el zapato y se lo daba a su vecino, se consideraba como un
testimonio. Por lo tanto, el pariente dijo a Boaz: Cómprate esto y se quitó su zapato”. En esta misma
compra iba incluida Rut como esposa. Una novia a la que se le daba un zapato a la puerta de una
nueva casa adquiría derechos sobre la casa, el hogar y el marido. Jacobo Grimm dice en Deutsche
Rechtsaltenbürmer que, en otros tiempos, en los matrimonios por poder, el Príncipe enviaba un
zapato a su futura esposa, sin duda alguna como acto de homenaje también.
Dice igualmente que la prueba del zapato para escoger la novia adecuada viene de una antigua
costumbre matrimonial alemana y sostiene que el zapato es e símbolo de la dominación femenina
sobre el hombre, hasta tal punto que en Francia, cuando a un hombre lo domina su mujer, se dice que
“está bajo la zapatilla de la esposa”. La versión moderna de Cenicienta, en la que e Príncipe se sienta
pasivamente en su casa y se limita a enviar emisarios para encontrar a la dueña del zapato hace que el
cuento pierda mucho de su verdadera importancia. En la mayoría de las versiones, incluida la
alemana de “Aschenputtel”, el Príncipe en persona sale en su búsqueda, encuentra de nuevo a su
pareja y ella aparece otra vez en sus mantos de gloria, se casan y viven felices por siempre jamás,
una manera vulgar de decir que han alcanzado la unidad, el Andrógino, y que ha recuperado el
Paraíso.
2. LAS VARIANTES DE CENICIENTA
Las versiones del cuento de Cenicienta-Aschenputtel son muchas y variopintas, incluso el
nombre de la protagonista varía hasta dentro de un mismo país. En Alemania se llama Aschenputtel,
Aschenbrdel, Aschpital y otras variaciones dialécticas. Parecidas a éstas son la sueca Askungen y la
escocesa Ashiepattle. Francia tiene Feniette Cenaron y la Cendrillon de Perrault, en Italia puede ser
Cenerentola o Zucchetina, el nombre noruego es Kari Traestak, mientras que en Dinamarca la
heroína no es la Tonta o la Muchacha de las Cenizas, sino Guidskoen, Zapato de Oro. En Oriente, se
llama a la heroína por su nombre o se le dice Princesa. En la versión algonquina se la llama Carita
Áspera, mientras que en Arabia y Transilvania se sigue la versión de Cenicienta con un muchacho
héroe de cuentos.
Parece ser que hay tres tipos principales de esta historia y que el básico y más difundido es el
familiar en que figura la muerte de la madre y un segundo matrimonio, con el que entran ya en juego
la madrastra cruel y las hermanas. En él la heroína se ve repudiada y relegada por la fuerza a una
posición servil y va vestida con harapos o con algún tipo de disfraz. Entonces recibe ayuda
sobrenatural para sobrevivir y tener un apoyo en su triste destino. Este mismo agente sobrenatural la
obsequia con vestidos espléndidos y hace que pueda acudir al baile del príncipe o lo encuentre en un
festival o, en las versiones de influencia cristiana, lo encuentre en una iglesia. Se encuentran, se
enamoran de un flechazo, se separan tres veces y, por fin, logran juntarse definitivamente,
sirviéndose de un objeto de identificación, como puede ser una zapatilla o un anillo. Entre los
vestidos de gala figura también el traje de novia y el héroe y la heroína viven por siempre felices.
En las variantes del tipo “Rey Lear”, empieza la historia con un rey que tiene tres hijas. Decide
abdicar a favor de ellas y, en una acción que satisfaga su ego, les pregunta a cada una cuánto lo
quieren. Las dos primeras princesas hacen manifestaciones exageradas de su amor, mientras que la
menor dice invariablemente “Más que a la sal” o “Tanto como a la sal”. El rey se siente ofendido y
expulsa a su hija menor, ordenando su muerte. Ella escapa y recibe la ayuda de una anciana, un
animal o algún poder sobrenatural. Entonces huye por el bosque en busca de un escondite y
encuentra un trabajo servil en un palacio o castillo extranjero, donde se produce la escena común del
encuentro, el reconocimiento y el matrimonio. Esta historia es muy antigua (se remonta a tiempos de
Teodosio) y tiene lugar en muchas regiones.
El tema del Incesto
La tercera variación habla de un padre incestuoso que o bien está enamorado de la belleza de la
joven o, debido a la promesa hecha al morir su esposa de que sólo se volvería a casar si encontrase
una mujer tan bella como ella, trata de buscar este requisito y se da cuenta de que sólo su hija puede
satisfacerlo. Ella se escapa y consigue un trabajo de baja categoría, con lo que ya sigue la trama
habitual. El rey-padre normalmente recibe su merecido.
En el primero de estos tres tipos de cuentos, el padre aparece como indiferente al destino de su
hija, aunque Perrault lo presenta tan dominado por su segunda esposa que carece de valor para
defender a Cenicienta. Pero se ha dado a entender que en la mayoría de los cuentos de hadas el padre
juega un papel de Destino o karma y es incapaz de influir en los acontecimientos, que deben seguir
inevitablemente su curso. Se sugiere, además, que él juega el papel del rey del ajedrez, como las
fuerzas solares de la ley y el orden, y sus movimientos están limitados por las manifestaciones mundanas.En el segundo “Rey Lear” el padre se nos presenta egocéntrico, tonto o engañado fácilmente, al
mismo tiempo que cruel al rechazar o tratar de asesinar a su hija, personificando en este caso el rol
encomendado generalmente a la madrastra. En estos dos primeros grupos el rey no tiene influencia o
se deja llevar por fuerzas negativas. En el ciclo del incesto, se le equipara a los dioses y a las
costumbres religiosas que aparecen en la mitología y en antiguos hábitos sociales. El incesto era
completamente tabú en algunas religiones y sociedades, en otras era un rito normal. En las tribus en
que se practicaba la exogamia estaba rigurosamente prohibido el matrimonio, incluso entre los que
tenían un mismo apellido o un mismo tótem animal. Por el contrario, en Egipto el faraón se casaba
ritualmente con su hermana y los antiguos reyes de Kandy, en Sri Lanka, concebían hijos reales con
sus propias hijas. En Persia, al principio del Mazdeísmo, se aceptaba y se practicaba el incesto.
Tenemos muchos ejemplos entre los dioses y los héroes: Osiris e Isis, Set y Neftis, Cronos y Rea,
Zeus y Hera, Yama y Yami, Abraham y Sara, Sigmundo y Siglinda, todos hermanos y hermanas en
una situación en la que parecía existir una relación entre el incesto real y la preservación de la realeza
divina. El hecho de que en muchos cuentos se presenten unos lazos más fuertes entre hermano y
hermanas que entre los esposos o entre éstos y los hijos puede deberse a esta costumbre matrimonial
entre hermanos, aunque una unión así produjo la mayor cantidad de desastres, cuando Ceto y Forcis
dieron vida a Nisus y fueron responsables de las Harpías, Silla, Equidna, las Sirenas, la Quimera y la Esfinge.Dioniso-Zagreo fue el resultado del incesto entre Zeus y su hija Perséfona. Las uniones
incestuosas aparecen con frecuencia en la religión y en la mitología y simbolizan la identidad
original y la unidad primordial, restaurada con la unión de las partes separadas. En la Alquimia
representan la regeneración, un regreso a la materia prima, y la Gran Obra se simboliza a veces
mediante el incesto. A K. Coomaraswamy señala que, como toda la vida es una, cualquier unión
sexual puede considerarse incestuosa. El incesto representa una unidad que no reconoce ningún
aislamiento y, por tanto, rompe con todo separativismo. Este simbolismo se ve aún más acentuado
por el acoplamiento de los gemelos Osiris e Isis en el vientre de su madre y de Set y Neftis en el
submundo, predominando en ambas ocasiones la oscuridad y el caos antes de existir la
individualidad, el nacimiento y el renacimiento. Pero el veto del incesto es necesario en el mundo de
lo manifestado, con el fin de que se produzcan diferencias. Estamos en el reino de la multiplicidad y
se debe escapar de dependencias embrutecedoras.
El incesto es también un símbolo psicológico de la tendencia humana a aferrarse al pasado y a lo
conocido, a evitar enfrentarse a lo nuevo y desconocido. El Rey ve en su hija lo ya conocido y quiere
afirmarse en la cómoda seguridad de la felicidad pasada, no tiene fuerza de voluntad para
desprenderse del pasado y trata de mantener lo que Nietzche llama “el sacrílego aferramiento
regresivo”. Su enfoque incestuoso es también un intento de recobrar su propia juventud y virilidad a
costa de su hija. Casarse con esa desproporción de edad significa, una vez más, el temor al progreso
natural hacia la vejez y la muerte, ambas necesarias antes del renacimiento. Esta nostalgia es
cobardía espiritual, muy distinta de la nostalgia que mira hacia delante, al Paraíso, y que conduce a la
evolución espiritual y a la búsqueda de la ilustración.
Jung mantiene que el “llamado complejo de Edipo, con su famosa tendencia incestuosa, se
convierte en este nivel en un complejo de Jonás y la ballena, que tiene cualquier número de variantes,
como la bruja que come niños, el lobo, el ogro, el dragón, etc. El miedo al incesto se convierte en
miedo a ser devorado por la madre … pero puede también desprenderse del abrazo materno y aflorar
a la superficie con nuevas posibilidades de vida”. Este es también el viaje al submundo, el Bosque
Oscuro, el regressus ad uterum de la iniciación. La amenaza del matrimonio incestuoso ejerce en
Cenicienta el mismo efecto que el rechazo o el descuido que tiene el padre por ella en otras
versiones: la separa bruscamente de la inocencia y la infancia y la precipita en el mundo adulto del sexo, la aventura y el peligro.
Siecke ve en las historias incestuosas la situación solar-lunar en la que la hija, como la luna
nueva, tiene exactamente la misma apariencia que su madre, la luna vieja, mientras el padre es el sol,
con la eterna relación solar-lunar. La misma interpretación se aplica al incesto hermano-hermana. Por
otra parte, la escuela del mito solar ve en la Princesa al sol vespertino que, importunado y molestado
por el padre, el sol de la mañana, se refugia en la oscuridad, la Piel de Asno, equivalente a la huída al
Bosque Oscuro. Como, para protegerse de las insinuaciones amorosas de su padre, ella exige y
consigue mantos del color del cielo, del sol y las estrellas, la vemos como símbolo de los cielos y de
la luz. La piel de asno se ve como las neblinas y efluvios del atardecer, que escapan de la persecución
del sol.
En algunas variaciones de esa historia, Cenicienta se escapa al bosque, o se disfraza con una piel,
o se recluye en la oscuridad de su habitación, vistiendo o llevando consigo sus vestiduras. El Príncipe
la ve, cazando en el bosque o mirando por el ojo de la cerradura de su habitación. La teoría solar
excluye al príncipe. Si se interpreta según las estaciones del año, podemos ver que el Viejo Rey es el
Tiempo, Cronos/Saturno, que devoraba a sus hijos, con Piel de Asno como año nuevo y el Príncipe
como el poder solar creciente. Otros mantienen la teoría de un matrimonio ritual entre el joven Año
Nuevo y el Sol.
En las versiones incestuosas, al Rey, como se mencionó antes, le ha sido impuesta la condición
para el matrimonio por su anterior esposa: él puede volver a casarse si la nueva esposa es tan bella
como ella, o le sirven sus zapatos o su anillo, o su vestido o sus joyas, o si tiene una estrella en una
ceja. Esta estrella en la ceja es una característica distintiva que figura en muchas variantes. Indica la
presencia de la divinidad o el espíritu y es un atributo de la Reina del Cielo, especialmente en su
aspecto de Stella Maris. Una estrella en la cabeza es también una forma de nimbo o resplandor
espiritual. En la mitología griega, los Dióscuros tenían una estrella o llama que brillaba entre sus
casos, para indicar su origen divino. La corona o diadema tiene el mismo significado. En la historia
resulta que Cenicienta es la única persona que puede cumplir con estas condiciones.
El tema del incesto aparece en Europa en la época medieval y muestra una peculiar influencia
cristiana, ya que mezcla a los clérigos como personajes que toleran o fomentan abiertamente el
matrimonio incestuoso. A menudo hacen planes a favor del Rey y en contra de su hija, lo que da una
extraña noción de moralidad de estos caballeros, supuestamente cristianos.
Huída y Disfraz
Cenicienta huye entonces de su padre. Las formas de huída varían muchísimo. En algunos casos,
trata de ganar tiempo exigiendo hermosos trajes de bodas, parecidos a los que lleva cuando se
transforma para asistir al baile o al festival, siendo cada uno más espléndido que el anterior. Una vez
recibidos éstos, se las ingenia para escaparse, a veces simulando que está bañándose y dejando unos
pájaros salpicando el agua mientras ella se marcha, en otros casos, le ayuda en la huída alguna
persona o un animal colaborador. En una versión polaca, la madre muerta viene a ayudar a su hija y,
desde la tumba, le dice que pida un bastón que hable, una pelota de niebla y un trineo de viento.
Cuando recibe, por fin, estos objetos, recurre a la estratagema del baño para escaparse del castillo de
su padre. La persiguen, pero en la huída arroja primero el bastón y después la pelota y escapa en el
trineo de viento. En una versión escandinava, la hija huye hacia la tumba de su madre y su madre le
dice que coja un cepillo, un peine y un espejo. Cenicienta regresa al castillo, simula tomar un baño y
escapa. Cuando la persiguen, arroja el cepillo, que se convierte en un muro impenetrable. El Rey
logra, por fin, traspasarlo, por lo que Cenicienta arroja el peine, que se convierte en un muro de
huesos y, por último, el espejo se convierte en un muro de vidrio. El Rey lo rompe con su espada y la
hija logra escapar, vistiendo un disfraz de piel de cerdo. Perrault escribe dos historias utilizando los
argumentos de Cenicienta y Piel de Asno, aunque, en realidad, son dos incidentes de un mismo
cuento conocido en todo el mundo.
Con el estilo que le es característico, trata de suavizar el elemento incestuoso y no lo atribuye a
intenciones claramente incestuosas, sino a una confusión mental de un rey que está envejeciendo y
que apenas puede distinguir entre su hija y su esposa fallecida. Como es costumbre en él, elimina los
simbolismos de mayor importancia y limita sus cuentos a un nivel moral de menor significado.
El truco que utiliza la heroína con más frecuencia es disfrazarse con una piel de animal o,
algunas veces, con un manto de plumas de ave, juncos, musgo, paja, tiras de cáscara de calabaza y
hasta un manto de madera. Estos disfraces también se utilizan en las versiones del tipo “Rey Lear”,
en que Cenicienta es expulsada de casa y amenazada de muerte por su padre enfurecido.
Las Respuestas y el Simbolismo de la Sal
Las variantes del “Rey Lear” están también muy difundidas, pero varían muy poco en lo básico.
En el cuento francés La Muchacha de las Gallinas la tarea servil de Cenicienta es cuidar de las
gallinas. El Rey decide abdicar y dividir su reino entre sus tres hijas y les pregunta cuánto lo quieren.
La mayor le contesta: “Más que a cualquier cosa del mundo”, mientras que la segunda dice: “Tanto
como a mi vida”, pero la menor responde: “Tanto como el Rey ama la sal”. El rey se enfurece y la
manda matar. Contrata a un abogado para que divida su reino en dos, le ordena que se encargue de
dar muerte a la menor de las princesas y decide vivir medio año con cada una de sus otras dos hijas.
El abogado, dejándose llevar por la compasión, perdona la vida de la hija menor, pero la lleva a un
extraño castillo donde él había trabajado antes y allí la aceptan para cuidar las gallinas. Ella se escapa
vistiendo ropas de campesina, y se lleva los tres vestidos esplendorosos. En un carnaval usa estos
vestidos tres noches consecutivas y baila con el Príncipe, pero siempre huye de él, perdiendo un
zapato al marcharse la última noche. El Príncipe ordena que se busque a su dueña. Todas las jóvenes
se prueban el zapato, pero sólo le sirve a la muchacha que cuida las gallinas. Entonces ella se retira a
su habitación, se calza el otro zapato y se viste con el más maravilloso de sus vestidos y regresa
donde está el Príncipe esperando. Sin embargo, antes de que pueda llevarse a cabo el matrimonio,
Cenicienta desea el consentimiento de su padre. Encuentran al viejo Rey viviendo miserablemente en
una choza, asistido por un único y fiel servidor, ya que las otras dos hijas lo han expulsado de sus
castillos. Se prepara un banquete, pero la comida del Rey se sirve sin sal. A continuación tiene lugar
el reconocimiento y el remordimiento. Las dos hijas malvadas son expulsadas y ellas y sus maridos
son ahorcados, recuperando el anciano Rey sus tierras y su castillo. Se celebra la boda del Príncipe y
la Princesa y el abogado y el criado fiel son recompensados y se sientan a la mesa del banquete real.
En la versión sueca las respuestas son: “Tanto como a Dios del Cielo”, “Tanto como a mi Vida”,
“Tanto como a la Sal”. A la hija menor se la expulsa desnuda, escapa al bosque y trepa a un árbol
para esconder su vergüenza. Aquí la encuentra un Rey que ha salido de caza, sigue la secuencia
acostumbrada de acontecimientos y, terminadas las tribulaciones, se prepara el festín nupcial, al que
se invita al padre, pero se le sirve la comida sin sal. Entonces es cuando se reconocen y las dos hijas
mayores son expulsadas desnudas al bosque. Una versión italiana dice que las dos hijas mayores
responden: “Más que a mis ojos”, mientras que la menor contesta: “Más que a la Sal”. En la versión
holandesa las respuestas son: “Como al oro”, “Como a la plata” y “Como a un terrón de sal”. Otras
variaciones son: “Tanto como al buen pan”, “Tanto como al buen vino” y “Tanto como a la buena
Sal”.
En algunas versiones es un sirviente quien recibe la orden de asesinar a la menor de las princesas,
pero le perdona la vida y, como evidencia de haberla asesinado, se presenta con el órgano de algún
animal, ya sea un corazón, los ojos o la lengua. A Cenicienta le ayuda en su huída alguna anciana,
que a veces es una comadre, o algún animal o pájaro colaborador, y cualquiera de ellos es capaz de
brindarle ayuda sobrenatural. En otras variantes esta ayuda consiste en la transformación de las ropas
de Cenicienta en vestidos esplendorosos, mientras ella está escondida en su habitación dentro del
castillo extranjero, en el que desempeña tareas indignas de su rango.
El Príncipe, que está espiando por un pequeño orificio, la ve en todo su esplendor. Cuando tiene
lugar el banquete de bodas, se invita al Rey y nuevamente se le sirven alimentos sin sal. Al preguntar
el motivo, se le dice que él asesinó a su hija por decir que lo amaba tanto como el pan ama a la sal. El
Rey se arrepiente, la heroína da a conocer su verdadera identidad y se produce la reconciliación,
encargándose la justicia divina de las malvadas hermanas, y los buenos colaboradores son
recompensados de acuerdo al más puro estilo moralista de los auténticos cuentos de hadas.
El empleo de la sal como respuesta verdadera no es fortuito. La sal lleva consigo un símbolo
universal que se adapta especialmente a esta situación.
Las tres hermanas representan, nuevamente, el cuerpo, el alma y el espíritu: la sal simboliza el
espíritu, lo incorruptible, también simboliza la inmortalidad, la permanencia, la fidelidad y la
amistad. Comer sal con cualquiera es crear un nexo que impida causarle cualquier daño. En el
simbolismo de la Alquimia actúa sobre otros dos elementos, el azufre y el mercurio, estabilizándolos
y “fijándolos”. Valentín dice: “Existe el azufre, el mercurio y la sal, los tres son el Espíritu, el Alma
y el Cuerpo”. En los cuentos de hadas populares la sal tiene importancia también debido a sus
poderes mágicos y a que actúa como amuleto. Rociando con sal se evita que las hadas roben a un
recién nacido y se colocaba en los labios de los bebés romanos de ocho días para alejar a los
espíritus. Las hadas no pueden comer alimentos con sal.
Cenicienta en la India y en la China
Posiblemente las historias más antiguas sobre la Cenicienta procedan de la India y de China. En
el primero de estos países la heroína sufre los malos tratos de su madrastra y una vaca se encarga de
alimentarla. Cuando la madrastra descubre esto, mata a la vaca (ya de por si un crimen religioso),
pero Cenicienta recoge los huesos, la piel y los cuernos, con lo que la vaca vuelve a la vida y, cuando
las hermanastras se marchan al palacio donde el Príncipe debe escoger una novia y Cenicienta se
queda en casa para realizar tareas serviles, la obsequia con espléndidos vestidos y zapatos de oro. Al
verla en el palacio, el Príncipe se enamora de ella, la persigue y ella pierde un zapato, se esconde en
un granero, pero un gallo revela al Príncipe su escondite. Cenicienta y el Príncipe se casan y la
madrastra y las hermanas reciben su castigo. En otra versión dejan abandonada a la hija en la selva y
allí recibe alimentos milagrosamente, pierde un zapato, que encuentra un príncipe que ha salido de
caza y jura que se casará con la dueña y con ninguna otra.
En la versión china de Cenicienta, un hombre tiene dos esposas y una hija, Yeh-hsien, que quiere
mucho. La madre de Yeh-hsien muere y la otra esposa la maltrata y la obliga a realizar trabajos
serviles y peligrosos, como puede ser recoger leña en el bosque y sacar agua de pozos profundos. Un
día, con el agua que sacaba del pozo salió un pez de aletas rojas y ojos dorados y Yeh-hsien lo pone
en una pecera con agua. Crece el pez día a día hasta que llega el momento en que no hay una pecera
suficientemente grande para darle cabida. Lo devuelve al pozo, pero vuelve a aparecer todos los días
y Yeh-hsien lo mima y alimenta. La madrastra lo ve y, sirviéndose de una estratagema, se apodera
del pez y lo mata. La muchacha recoge las espinas y la piel, que adquieren la propiedad de satisfacer
deseos. A Yeh-hsien se le encomienda entonces que cuide los árboles frutales y se le prohíbe asistir
al Gran Festival de la Cueva, pero el pez le entrega un vestido hecho con plumas de martín pescador
y unos zapatos dorados, que son “ligeros como una pluma” y que no hacen ruido, ni siquiera cuando
camina sobre piedras. Ataviada así la joven, está tan “hermosa como un ser celestial”. Asiste al
Festival, pero se marcha apresuradamente cuando la reconocen la madrastra y las hermanas. En su
huída pierde un zapato, que es recogido por un aldeano y vendido al Rey, que ordena que se lo
prueben todas las mujeres del reino. Pero, como resulta una pulgada más pequeño que el más
diminuto de los pies, se inicia entonces una búsqueda exhaustiva y Yeh-hsien es descubierta por fin y
se presenta con su vestido de plumas y sus zapatos dorados. La madrastra y las hermanas mueren
alcanzadas por un desprendimiento de piedras.
En otra versión posterior, una vaca encarna el espíritu de la madre de Yeh-hsien, con lo que se
introduce el elemento sobrenatural. Arthur Waley, que encontró y tradujo la historia, dice que el
vestido de plumas de martín pescador es un motivo típico del cuento de la Doncella Cisne.
Versiones Europeas
En Europa hay una versión italiana que presenta una asociación con el simbolismo de la
calabaza. Una mujer da a luz una calabaza, sin darse cuenta de que dentro hay una hermosa niña.
La abandona en el bosque, donde la encuentra un Príncipe y, después de las vicisitudes de
costumbre, termina por casarse con Zucchettina. Esta versión puede haber tenido alguna influencia
en la transformación de la calabaza en carroza. La calabaza puede guardar también relación con la
Vasija de Cierre Hermético de la Alquimia, en la que se produce la transformación y la
transmutación. En algunas variantes italianas, Zucchettina va al baile en una carroza de cristal, y en
otra versión, también italiana, hay un grano mágico, símbolo de la fertilidad, cuya fruta sólo puede
arrancar la Cenerentola.
En Polonia, el cuento comienza con un tema de Blancanieves, con la madrastra hablando con un
espejo mágico o, a veces, con un pájaro, al que pregunta quién es la más hermosa del país. Se ordena
la muerte de la heroína por ser la más bella, pero ésta huye y consigue un trabajo servil como
porquera en un castillo. La ayuda sobrenatural le permite hacerse con los vestidos de gloria que viste
para ir a la iglesia, donde el Príncipe la ve y se enamora de ella, aunque Cenicienta escapa. El
Príncipe no la reconoce cuando la ve como porquera y, por descuido, pierde un anillo y después un
bastón, que son recogidos por la muchacha y que usarán más tarde como objetos de identificación.
En la tercera visita a la iglesia el Príncipe hace que pongan alquitrán en los peldaños y allí se queda
pegado un zapato de Cenicienta. Después de reconocer el anillo, el bastón y el zapato, la pareja
contrae matrimonio y la cruel madrastra se desmaya de ira. El plan de poner alquitrán en los
peldaños para descubrir a Cenicienta aparece también en una versión dálmata, en la que los vestidos
están hechos con las nueces de un árbol mágico y la identificación tiene lugar cuando Cenicienta
aparece en el último baile calzando un solo zapato.
En una versión portuguesa, en la que Cenicienta recibe la denominación de “La Gata del Hogar”,
su primera tarea consiste en hilar, siendo la vaca el animal colaborador que le brinda ayuda
sobrenatural, aunque después es asesinada por la madrastra. Entonces aparecen en el cuento otros
temas: las entrañas del animal se transforman en una pelota de hilo dorado, al estilo de Ariadna, que
guía a la heroína a un pozo, por el que penetra en un reino de hadas. Allí encuentra cosas
desordenadas, las ordena y, como recompensa se le concede la satisfacción de un deseo. La Reina
envía entonces a su propia hija al mismo pozo, pero ésta es desobediente y perezosa y las hadas la
castigan con la fealdad y, cuando habla, de su boca sale inmundicia, un motivo que aparece con
frecuencia en cuentos de dos hermanas. Cenicienta se ve relegada a las tareas de la cocina, pero,
mediante el deseo cuya satisfacción se le ha concedido, consigue los espléndidos vestidos que
necesita para ir a las carreras, y la tercera vez que va pierde un zapato. Después viene el
reconocimiento por medio del zapato y la justicia divina castiga a la madrastra y a la hermana fea,
que son condenadas a muerte.
En otra versión, un pez dorado ocupa el lugar de la pelota dorada. El pez pide que lo arrojen al
pozo y guía a la heroína hasta la entrada al reino de las hadas.
Las versiones inglesas difieren, entre otros detalles, en la causa original del rechazo de la
heroína. En “Tattercoats”, su nacimiento produce la muerte de su madre y la niña tiene que ir a
trabajar en la cocina, donde entabla amistad con un muchacho que cuida gansos y tiene la facultad de
encantar con su música. Un príncipe que va de visita ve a Tattercoats, se enamora de ella y la invita a
asistir al baile de medianoche.
Ella llega vistiendo andrajos, seguida por el muchacho y sus gansos. Los invitados se ríen de ella,
pero la muchacha y sus acompañantes se acercan al Rey y entonces el Príncipe la presenta como su
novia. El muchacho que cuida los gansos toca entonces música encantadora y Tattercoats se
transforma, apareciendo con vestidos radiantes, cubierta de joyas y llevando una corona dorada.
Todos los gansos se convierten en pajes, que llevan su larga cola, y el cuidador desaparece.
En las variantes Rushen Coatie y Mossy Coat, la Reina, en su lecho de muerte le dice a su hija
que una ternerilla roja le facilitará todo lo que le pida.
Después viene el segundo matrimonio del Rey y la relegación de la heroína a trabajos serviles.
Cenicienta se ve privada de todas sus ropas buenas y, a cambio, se le entrega un abrigo de junco o
musgo. Ella tiene su sitio junto a las cenizas del hogar y se le encomiendan tareas imposibles, como
dar de comer a toda la familia con un dedal de caldo, una miga de pan, un grano de cebada y un hilo
de carne, mientras la madrastra y las hermanas van a la iglesia. Aparece la ternerilla roja y la
abastece de todo, sacándolo de sus orejas. De la izquierda sale pan, de la derecha, queso y sucede lo
mismo con todo lo demás. Este episodio de las orejas aparece en otras versiones, además de la
inglesa. Sorprendida ante el milagro de la comida, la Reina encarga a sus hijas que espíen a
Cenicienta y ordena la muerte de la ternera. Cenicienta recibe la orden sobrenatural de recoger los
huesos y ponerlos debajo de una piedra y, desde ese momento adquieren la propiedad de satisfacer
sus deseos. Cuando llega la Navidad hay servicios especiales en la iglesia, a los que Cenicienta
quisiera asistir, pero de nuevo le encargan tareas imposibles y aparece otra vez la ternerilla roja y le
presta su mágica colaboración para preparar los alimentos, entregándole también a la muchacha los
espléndidos vestidos y las zapatillas de cristal. Hay tres visitas a la iglesia, se repite el motivo de los
tres vestidos (cada uno mejor que el anterior) y el Príncipe ve allí a la joven y se enamora de ella.
Como de costumbre, Cenicienta escapa, pero en la tercera ocasión el Príncipe pone guardias en la
puerta y la heroína tiene que saltar por encima de sus cabezas, perdiendo en este esfuerzo una
zapatilla. Después viene la proclama del Príncipe y el intento de ponerse las zapatillas las
hermanastras. En muchas versiones, inglesas, escocesas, alemanas, danesas, rusas, escandinavas,
islandesas y demás, las hermanas se mutilan los pies, cortándose el dedo gordo o el talón para lograr
que entre su pie en la zapatilla (la Reina les dice que no necesitarán utilizar sus pies cuando estén
casadas con el Príncipe). Engañado de esta manera, el Príncipe se marcha con ambas hermanastras,
una después de otra, pero en ambas ocasiones lo desengaña un pájaro diciéndole la verdad. En la
versión escocesa, un pájaro canta:
“Talones horrorosos y dedos mutilados
cabalgan detrás del joven Príncipe,
pero los pies bonitos, los pies sanos
se esconden detrás de la caldera”.
En la versión danesa, la canción es ésta:
“No pueden calzar el zapato, aunque
se corten el talón y los dedos.
Sólo la doncella que hay en la cocina
puede ponerse el zapato dorado”.
En la versión escandinava las hermanastras no pueden bailar en la boda por tener los pies
mutilados.
En las versiones en que las dos hermanas, celosas porque la madre favorece a Cenicienta, matan
a su madre y se la comen, encontramos indicios de antiguos ritos caníbales. Cenicienta recoge los
huesos, que le brindan ayuda mágica contra las maquinaciones de sus hermanas mayores.
Otras variantes, como el cuento portugués, combinan el tema de Cenicienta con el de la madre
que tiene una hija fea, a la que prefiere, y otra hija hermosa y buena, a la que persigue. Ambas tienen
que enfrentarse a pruebas con ancianos, personas que necesitan ayuda, enanos o hadas, la primera no
quiere prestar ayuda y es castigada, la segunda muestra su buena voluntad y es recompensada. En
otras versiones el Rey se casa con una bruja que tiene una hija fea y malvada. El número de
hermanastras puede variar, pero la mayoría tiene el número tradicional de iniciación: tres. Algunas
veces es la hija menor la amada y mimada, lo que provoca los celos y el rencor de las dos hermanas
mayores.
En otros pocos cuentos del tipo Cenicienta el héroe es un joven, pero el patrón sigue siendo el
mismo: padrastro, rechazo, mal trato, trabajos serviles, tareas difíciles, ayuda sobrenatural y ropas
mágicas (o, en este caso, armadura mágica), viniendo esta ayuda bien sea del padre muerto o de
animales que colaboran. El héroe sale victorioso en tres pruebas o concursos, consigue la mano de la
Princesa, llega a Rey y vive feliz por siempre jamás.
Muy interesante, como todo lo que tú pones.
ResponderEliminarUn beso.